¿Tu hijo te ve feliz?

Cuando se nos pregunta a los padres qué es lo que queremos para nuestros hijos, la respuesta suele ser “que sean felices”. Aunque la palabra felicidad no tendrá el mismo significado para cada uno de nosotros, posiblemente lo que queramos la mayoría, a grandes rasgos, es que nuestros hijos persigan y alcancen sus objetivos; que sean capaces de ver el lado bueno de las cosas a pesar de que muchas veces aparezcan dificultades y obstáculos en su camino; que sepan manejar esas circunstancias que les toque vivir en cada momento; que sean capaces de hacerse cargo de sí mismos, y que aprendan a disfrutar de la vida y de todo lo que nos regala cada día. Pero, ¿y nosotros, los padres?, ¿somos “felices”? ¿Tú lo eres?

¿Te has parado a pensar en qué es lo que tu hijo está aprendiendo de ti? ¿Qué ejemplo le estás dando? ¿Qué le estás transmitiendo con tus actitudes y comportamientos?

Si, por ejemplo, pasas los días diciendo que estás harta de tu trabajo, que no te gusta lo que haces, que la vida es muy dura, que la culpa de tu desgracia la tienen los demás: tu jefe, los políticos, tus vecinos, tu familia política, tu pareja, tus hijos… ¿qué crees que le estás enseñando?

Si vives en contradicción entre lo que dices y lo que haces; si te sientes esclava de la vida que llevas y de tus circunstancias; si vives con resignación la vida que “te ha tocado”; si no te valoras, ni te respetas, ni te aceptas; si tienes una autoestima baja… ¿cómo puedes pretender que tu hijo se acepte, se valore, se respete, se cuide y tenga un buen concepto de sí mismo?

Si no respetas a tu pareja; si no le valoras ni le apoyas; si le culpas de lo que no funciona dentro de la familia; si le criticas delante de tus hijos; si la comunicación constructiva entre vosotros brilla por su ausencia; si lejos de formar un “equipo” -donde no perdáis de vista un objetivo compartido- parecéis remar cada uno en sentidos opuestos… ¿Qué le estás mostrando a tu hijo? ¿Qué aprenderá de cara a sus futuras relaciones de pareja? ¿Qué idea se estará creando acerca de lo que le espera si, llegado el caso, decide formar su propia familia?

Si tu estado de ánimo habitual es el cansancio, la amargura, la desilusión, la tristeza, el pesimismo, el enfado, la frustración, la resignación… ¿qué imagen le estás dando a tu hijo y qué aprenderá de ello?

¿Cómo pretendes que tu hijo se enfrente a la vida con confianza, valentía, optimismo, seguridad en sí mismo… sintiéndose capaz de gestionar las dificultades que puedan surgir y haciéndose responsable de sí mismo, en lugar de quejarse y victimizarse?

Pregúntate cómo te ve tu hijo, ¿pareces feliz? 

Eres inspiración y referente para tu hijo en todo momento, aunque no seas consciente de ello. Y recuerda que cuando tus palabras callan, son tus conductas las que siguen hablando.

Si no estás satisfecha con la imagen que proyectas como madre, ¿qué CAMBIOS podrías introducir para mejorarla? Siempre es posible hacer las cosas de manera diferente. El primer paso es ser conscientes de cómo las hacemos ahora.

«El mejor regalo que se le puede hacer a un hijo es ver a sus padres felices». Erich Fromm.

 

EN CLAVE DE COACHING:

¿Qué es lo más importante que querrías transmitir, en este momento, a tu hijo?

¿Qué actitud ante la vida te gustaría que aprendiera de ti?

¿Qué comportamientos te gustaría que él viera en ti?

¿Cómo podrías hacer para inspirarle con tu ejemplo?

¿Qué pequeñas acciones podrías tomar para iniciar tu cambio?

 

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